
Muchos adolescentes manifiestan a través de sus silencios la necesidad de ayuda. Lo pedirían a gritos pero no les sale la voz. ¿Cuáles son las señales que nos deben preocupar y por las que debemos pedir ayuda?
Tener un adolescente en casa suele conllevar un incremento de tensiones, discusiones, algunas malas contestaciones y en general una sensación de vivir junto a una “bomba de relojería”. A los cambios hormonales y físicos se le añaden lo cambios emocionales y de comportamiento que les hacen ir recorriendo a trompicones esta etapa vital.
“Si tienes un adolescente en tu vida, tienes un inquietador constante”
Jaume Funes
¡Inquietud e incertidumbre constantes!
¿Lo estaré haciendo bien? ¿Es normal lo que le está pasando? Lo que funcionaba cuando era pequeño ahora no sirve ¿cómo llego hasta él? .
Es una época en la que “ellos controlan” “lo saben todo” y nosotros como padres intentamos, como podemos, orientar y ayudar en ese camino hacia la autonomía y la madurez. La comunicación ya no es la misma. No siempre están receptivos. Cuando son pequeños (hasta los 11-13 años) los padres somos la figura esencial de seguridad en la que nuestros hijos se apoyan. Sin embargo en la adolescencia son los amigos, el grupo de iguales quienes pasan a ser el centro y la referencia y los padres pasamos a ser en ocasiones las personas a las que retar, atacar, querer, ignorar a partes iguales.
Es cierto que dentro de cada familia las dinámicas son variadas y es difícil establecer una línea generales de actuación. Pero existen algunas señales que nos deben poner en alerta y que nos indican que nuestro hijo puede estar necesitando ayuda externa.
- ¡¡SI PIDE AYUDA!!!: puede resultar chocante ponerla la primera de la lista pero más de una vez me he encontrado en consulta con adolescentes que venían pidiendo ayuda en casa y no se le ha dado importancia. Es cierto que como padres puede resultarnos difícil reconocer que no sabemos como ayudar a nuestro hijo, podemos tener miedo a que se nos diga que cometemos errores o que queramos minimizar sus cambios pensando que es “solo las adolescencia” pero si lo piden, si expresan sus problemas, ¡NO DUDES!.
- Pérdida de interés en aquellas actividades que tanto le gustaba sin ser sustituidas por otras nuevas. La falta de motivación e ilusión puede ser un indicador significativo de problemas emocionales.
- Tendencia al aislamiento social. No quiere salir, pasa las horas encerrado en su habitación sin apenas contacto con amigos.
- Disminución del rendimiento académico. Cambios significativos en su rendimiento en clase pueden estar detrás de situaciones de bullying en el instituto, problemas emocionales o de estrés y ansiedad.
- Pérdida de peso o cambios significativos en su modo de alimentación (retirada evidente de algunos alimentos, obsesión por el ejercicio físico, alteración de los horarios de comidas, sobreingesta …). Estos comportamientos pueden indicarnos que estamos ante un posible trastorno de alimentación o algún trastorno del estado de ánimo.
- Conductas agresivas o ira descontrolada. Tanto en casa como con amigos o en el instituto.
- Cambios de amistades. Muchos adolescentes comienzan a explorar nuevas conductas, entre ellas consumos de tóxicos o conductas delictivas, con nuevas amistades rompiendo completamente con las anteriores. ¿Conoces con quien se mueve tu hijo? ¿Te preocupa su nuevo entorno?
- Convivencia imposible en casa . Aunque la adolescencia sea un época difícil para la comunicación en familia no debe ser imposible la convivencia de ahí que sea bueno acudir a profesionales externos que nos ayuden a lograr el equilibrio, recuperar la comunicación, las normas y el respeto.
- Autolesiones. Puede ser difícil darse cuenta de si se están haciendo daño pero en muchas ocasiones detectamos señales como rasguños o cortes en las manos o los brazos (las tapan con manga larga todo el día), heridas que no se curan nunca (porque se arrancan las costras), cuchillas en su habitación …
- Conductas sexuales de riesgo, videos inapropiados en su móvil, perfiles muy sexualizados en las redes sociales…
- Consumos de tóxicos, adicción a los videojuegos, a las pantallas…
- Estrés, ataques de ansiedad, preocupaciones constantes, problemas para dormir…. La adolescencia puede estar llena de miedos, tensiones, preocupaciones que necesitan de ayuda externa para poder gestionarlas de otro modo.
SI ESTAMOS PREOCUPADOS LO MEJOR ES OCUPARNOS.
Es cierto que puede no ser nada importante y eso sería fantástico, pero si estáis preocupados no dudéis en acudir a pedir ayuda. Una intervención temprana puede evitar mayores problemas y trastornos.
Eso sí, antes de pedir una cita con un profesional habladlo con ellos!!!! Es importante hacer ver a vuestro hijo que estáis preocupados por cómo le veis, por lo que le está pasando y ofrecedle vuestra ayuda. Tratad de evitar la situación de “TÚ TIENES QUE IR A TERAPIA” para convertirlo en “TENEMOS QUE PEDIR QUE NOS AYUDEN”. Comentadle que creéis que podéis buscar ayuda externa, que se sienta aliviado con vuestro apoyo e implicarle en la decisión de acudir a terapia. Desde el engaño no conseguiremos nada.
Si no quiere ir a terapia animadle al menos a que vaya una primera vez, para conocer al profesional, para que pueda contar si algo le preocupa… En consulta muchas veces damos con la clave para que ellos encuentren la motivación para volver y poder ser ayudados.