Había un vez un niño de 10 años que tenía una mamá y un papá. Tenías dos casas, dos camas, dos armarios con su ropa, dos mesas de estudio, dos muebles con juguetes, dos plays… y ¡todo le era muy útil!
Cuando dejaba de estar con su mamá, porque le tocaba ir con papá, no tenía casi que hacer maleta. Se preparaba una pequeña mochila y simplemente tenía que ¡cambiar de casa! Sólo había una cosa que no podía olvidar, ¡¡¡el móvil!!! Para que mamá pudiese hablar con él, cuando estaba con su padre, tenía que llevarse el teléfono que había comprado mamá para él, así podían hablar ¡cuando quisieran! También podría hablar con los abuelos, los padres de mamá ,si le llamaban esos días.
Al acabar la semana con papá preparaba, de nuevo, una pequeña mochila con algo de deberes, que le habían mandado en el cole y se marchaba a casa de mamá. Pero había algo que ¡no se le podía olvidar! Papá, el día de su cumpleaños, le había regalado un móvil para poder hablar con él cuando estuviese con mamá. Así podrían hablar ¡¡¡siempre que quisieran!!!
Así que en realidad, cuando cambiaba de casa lo hacía con dos móviles en la mochila. Es cierto que al principio le pareció chulo, ¡¡ 2 móviles!! “¡¡hay niños de mi clase que no tienen ninguno y yo tengo 2!!”
…pero con el tiempo le empezó a pesar el asunto. Cada vez que estaba con papá en su casa, mamá le llamaba al móvil, le preguntaba qué estaba haciendo y también le decía algún recado para transmitirle a su padre.
Y cuando estaba con mamá, papá llamaba a su móvil y aprovechaba para que le dijese a mamá que necesitaba cambiar algún día de las próximas vacaciones….
Estos recados ¡No le gustaban! ¿Porqué no podían hablar entre ellos directamente? ¡Cada uno de ellos tiene su propio teléfono! ¿Porqué tenía él que estar en medio? y ¿porqué no tenía un único móvil? ¡Le podrían localizar igual!
Esta realidad, que a muchos les puede resultar exagerada o como de película, la viven muchos niños tras la separación de sus padres. Puede que no tengan dos móviles, como el niño del cuento, pero ¡se sienten mensajeros! ¡recaderos! ¡¡mediadores!!… trasladan los mensajes que sus padres no son capaces de hablar entre ellos. Van con sus mochilas cargadas de una casa a otra, mochilas que a veces no llevan dos móviles, pero sí secretos, tensiones, mensajes, recados…“Dile a mamá que ….. ” “No sé porque tu padre siempre…” “Y qué piensa tu madre de….?“
¡Liberemos a los niños de estas mochilas, dejemos que sean niños y trabajemos los adultos por mantener la comunicación a pesar de la ruptura!